miércoles, 28 de noviembre de 2007

Ciencia, Tecnología e Historia


Vivimos una época de cambios radicales que están conduciendo a la humanidad hacia un nuevo orden social y cultural. La integración económica que está borrando las fronteras de nuestro mundo globalizado, los avances tecnológicos que nos permiten tener acceso inmediato a la información dondequiera que ésta se encuentre, la influencia cada vez mayor que tienen los medios de comunicación en la formación de criterios de importantes grupos sociales y la demanda de una mayor participación ciudadana, son fuerzas motrices que están moldeando el futuro.

Las ciencias son tan humanas como cualquier otro producto humano porque son racionales. Son nuestras, las construimos con nuestro esfuerzo y dedicación. Además, no fueron creadas de un día para otro y uno de los elementos que las compone es: la historia. Pero ¿para qué nos sirve la historia? La historia nos permite construir nuestras ideologías, nos lleva a intentar reconstruir el pasado e incluso a querer cambiarlo. Además, al hacer referencia a la memoria, surge un saber que es futuro: la ciencia y la tecnología.

La buena ciencia es el futuro; es un conjunto de desafíos. La cultura en nuestros días está determinada por la importancia de la ciencia. La historia está en la ciencia, igual que en el resto de la cultura. Hay que verla, aprenderla y entenderla. Es necesario estudiar la historia de la ciencia para entender nuestro presente. La ciencia es contingente, es segura y para enseñarla hay que reconstruirla y estudiar el pasado. Eso nos llevará a una mejor comprensión de los problemas de antes y ahora. Lo importante es analizar el problema; éste nos hace pensar. Con el paso del tiempo la ciencia se ha convertido en cultura suprema como un conocimiento válido. Se ha transformado en la única cultura válida, una cultura insidiosa. Además adquirió dimensión, responsabilidad ética y social.

La ciencia y la tecnología son productos humanos que sirven para medir el grado de desarrollo de una sociedad. Ambos se relacionan con un contexto social y cultural dentro de la misma. Para entender la producción de la tecnología hay que estudiar la historia. La ciencia es abstracta, generalizada, pretende enunciar leyes normativas generales, mientras que la tecnología aprovecha habilidades. Entonces surge la instrumentación como un enlace entre la ciencia y la tecnología. Es por esto que, difícilmente puede establecerse ciencia sin tecnología. Antes el conocimiento se desarrollaba sobre patrones filosóficos muy sofisticados y abstractos. Hasta que se transformó la noción de interacción para dar paso a la experimentación. A la fecha existe una alianza incompleta entre ciencia, tecnología y sociedad. Podemos admirar la naturaleza y teorizar acerca de ella, pero no podemos intervenir sobre ella. No todos los problemas se resuelven con ciencia y tecnología. Todo proceso tecnológico requiere adiestramiento y una educación.

Lo ideal es ver a la historia basada en el contexto. Cada época tiene sus características especiales (vivió su momento). La ciencia y la tecnología nos ofrecen una nueva naturaleza. Debemos estudiar ambas disciplinas con factores internos y externos. La ciencia se convierte en pública, el mundo la ve. Se convierte en un valor social de gran importancia determinado por los contextos sociales y políticos.


Bibliografía

Ordoñez, Javier. Ciencia, tecnología e historia. Fondo de Cultura Económica. Madrid, España, 2003.

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